jueves, 24 de abril de 2014

Capítulo 5: La sombra de la amante


- ¡Deja la vaina Mario!

- Eso me pareció a mi - Mario atiza la fogata de la duda en su amiga.

- ¡No lo creo! - niega Sandy - esa tonta no se satisface con lo que tiene, no le daré importancia al asunto, me voy al baño.

Sandy se aleja de su puesto de trabajo con mucha prisa, la idea de que Dante y la nazi se conozcan de antes le provoca náuseas. Mario sin quererlo logró robarle la calma a su amiga y espera fervientemente que lo sucedido con las miradas que Herlinda le daba a Dante juegue a su favor y hasta se atreve a pronosticar el final de esa relación que a sus ojos no debió ser. El deleite del muchacho por el próximo fin del noviazgo de su amiga le pinta una sonrisa en su cara.

La pelirroja acelera sus pasos hacia la cafetería, le mintió a su amigo. A esa hora de la mañana la gente que trabaja en el área administrativa suele merendar, entre esos su querido novio. Se reprende a sí misma porque sus piernas no pueden ser más rápidas para llegar a recepción y subir las escaleras que llevan a la cafetería en el tercer piso, la glucosa necesaria para que los músculos se muevan se la está gastando su cerebro, tratando de despejar el panorama que le había mostrado Mario: “¿por qué esa perra desgraciada estaba mirando a mi novio?, ¡con lo buen mozo que es!, hay que estar alerta porque ella puede ir a su oficina a cualquier hora y caerle con la pesada, ¿pero qué estás diciendo niña tonta?, ¿acaso no confías en Dante?, ¿qué tiene esa que no tenga yo?, ella no es bonita como yo, tiene un cuerpazo... ¡pero nada más eso!, además con todo lo que le he contado de lo que ella me hace, ¡Dante la sacaría de taquito!”...

Lo que te quería decir es que la mirada que Herr Linda le daba a Dante... o era propiamente de encanto hacia él, o ella se veía gratamente sorprendida, como si lo conociera de antes…

Porque cuando ella lo miraba a él, ¡tu novio se veía más espantado aún!

- ¡Maldito seas Mario! - susurra Sandy.

Ahora que lo piensa, ella también había notado la actitud de Dante antes de que la señora tenebrosa la lanzara de cabeza hacia el abismo y sin paracaídas, quería lanzarle el lapicero que tenía en la mano para preguntarle qué le pasaba y relegó el tema porque su prioridad de ese momento era caer de pie después de que Herr Linda la empujara así. “¿Y si se conocen de antes?, ¿qué habrá pasado entre ellos para que Dante se asustara con su presencia?, ¿qué habrá pasado?... ¡no!, puede ser cualquiera… ¡cualquiera menos ella!”. La mente de Sandy procesaba información a velocidad de fórmula uno pero sin una conclusión satisfactoria, lo que puede aclarar sus dudas es sacar la información directamente de la fuente, con mucho tacto, cualquier reclamo puede sonar a celos y poner a Dante sobre aviso. 

Las personas del área administrativa están merendando como de costumbre en la cafetería del tercer piso, Sandy entra a riesgo de ganarse una mirada más despectiva de las que ha recibido antes, puede jurar que escucho a alguien decir: “¿qué acaso no tienen su cafetería aparte?”. Haciendo caso omiso a las miradas acosadoras de quienes merendaban, Sandy se sienta en la mesa del rincón que da con el ventanal para no incomodarse con tanta gente ignorante alrededor, esperando a Dante. Pasa una hora y su novio no aparece a tomar su merienda y está segura de que su fastidiosa jefe tampoco ha llegado a “Auschwitz”.

Y para qué llorar, pa' qué si duele una pena, se olvida.. y para qué sufrir, pa' qué si así es la vida, hay que vivirla Lalalé.

El ringtone del celular de Sandy anuncia que la cosa puede ser peor:

- Sandy, ¡te hemos buscado por todos lados!, ¿dónde estás?. - Eliana está del otro lado de la línea.

- En la cafetería - contesta ella.

- ¡El director técnico te está buscando!.

Sandy enfila su rumbo hacia la oficina del director técnico, por lo menos se va a quitar la duda de su permanencia en TestPharma S.A.




**********

Sandy llega a la oficina de la que había salido en peligro de muerte, llegó agitada y con el corazón dándole una tunda, pensó que tal vez se encontraría con Dante pero para su sorpresa solo estaba el director técnico.

- Sandy, ¿estás bien?.

- Si, señor Rafael - contesta entre jadeos - venía corriendo, estaba en Cafetería tomando mi merienda cuando me avisaron.

- Quiero ir al grano - puntualiza el director mientras Sandy guarda silencio y se sienta en una de las sillas que quedaron vacías - lo que hiciste hoy aquí fue arriesgado, ¡Reinaldo quiere que salgas de TestPharma!. Sandy, sé cómo eres y sé la calidad de tu trabajo, ¡no puedo creer que te atrevieras a tanto!, ¿qué tienes que decir ante eso?

- No me dejaron opción - responde ella con algo de timidez -señor, no me esperaba que la coordinadora que tenemos me hiciera esto - miente ella.

- ¡No importa ya! - resuelve el director - Logre mostrarle tus progresos a Reinaldo y le dije que tenías razones para decir lo que dijiste, te conozco desde que yo era analista aquí, le dije que te apoyo en lo que dijiste, que es lo que yo he venido peleando en la junta directiva ¡y si te dijera lo que hizo De Laurentiis!… ese muchacho te defendió a capa y espada cuando se fueron ustedes a la oficina, en fin, logramos bajarle los humos a Reinaldo - el alivio de Sandy es enorme, es otra oportunidad para dejar la empresa por su voluntad y no por la de ellos - en cuanto pueda debe subir y hablar con ese joven.

- ¡Lo haré señor! - la sonrisa de Sandy adorna su rostro cansado de tanto correr.

- Tengo unos amigos en la Clínica Portobello… si quieres puedo ayudarte a entrar para que estés más tranquila allá, sé que ninguno de ustedes está contento en “Auschwitz”... si fuera por mí te pondría aquí pero tienes muchos enemigos en ésta área.

- No importa señor, le agradezco sus buenas intenciones.

- Ya sabes cuál es mi correo, enviame tu hoja de vida - propone el director.

- Lo haré en cuanto pueda.

Sandy sale de la oficina del director técnico rumbo a “Auschwitz”, combate con la ya tan familiar sensación de salir corriendo hacia portería, salir y no regresar nunca más pero tiene un motivo especial para quedarse, al menos hoy, debe saber del paradero de Dante, ¿por qué no fue a la cafetería como acostumbra?, ¿qué tiene que ver Herr Linda en todo esto?

Aún se sentía el ambiente festivo en “Auschwitz”, los empleados de esa área seguían comentando lo ocurrido en la oficina del director técnico y hasta agrandaron las dimensiones de los hechos, cuando Sandy salió ella había aclarado los rumores pero no sirvió, ahora que regresa escucha a alguno diciendo que ella le había pegado al doctor Reinaldo en el rostro… nada bueno para la reputación de Sandy en ese lugar ni en TestPharma. La mujer se dispone a comenzar formalmente su trabajo continuando lo que había dejado pendiente ayer, enciende el computador con monitor de tubos pero la pantalla del monitor sigue negra.

- ¡Se dañó esta vaina por enésima vez! - se enoja ella - ahora tengo que llamar al técnico, ¿por qué a mi?

Los computadores del área fueron armados como rompecabezas con las partes que ya no eran útiles en otras áreas de la empresa, es común que los computadores tuvieran fallas como esa pero ninguno se puede agarrar de ese hecho para no presentar un trabajo a revisión o avanzar, eso garantiza un regaño y un memo interno. Otra vez Sandy está en la mira.

- ¿Qué pasa? - pregunta Mario, quien se ha acercado al ver lo que le pasa a su amiga, aparte de quitarse la curiosidad por lo que estuvo haciendo después de lo que había hablado con ella.

- ¡Se dañó el computador otra vez! - se queja ella - ¡ya estoy harta de la misma vaina! - lo del computador solo incrementa su frustración.

- Pero puedes ir revisando mientras viene el técnico - sugiere el muchacho - yo te ayudo con eso, recuerda que se me va bien las pruebas de cromatografía de gases.

- Bien - acepta Sandy - llamaré al técnico.

Sandy no se ausentó ni cinco minutos, prefirió dejarle el caso a la auxiliar de documentación del área que sabe cómo hacer que vengan los técnicos del área de sistemas a la brevedad.

- ¡Me dice Margarita que van siete computadores dañados! - le dice a Mario al regresar a su puesto.

- ¡Entre esos el mío! - asegura él.

- Bueno, no queda más que revisar lo que he hecho hasta ahora con estas corridas del cromatógrafo de gases - se resigna Sandy.

Mario no deja de aprovechar ni un segundo de aquellos instantes en que puede estar al lado de su amor imposible y mucho menos cuando la tiene tan cerca, pues los dos están enterrados de cabeza en las hojas que Sandy había hecho que están en su escritorio, podía sentir su aliento, esta grabando el olor y la calidez del aliento de su amiga en su memoria, no sabe cuándo volverá a tener un momento así con ella, aprovecha para agarrarle la mano y sentir nuevamente la suavidad de su piel, esa que le ha provocado una que otra erección en la noche en su cuarto cuando la recuerda. Sandy ignora por completo que su amigo quiere explotar como tote por lo inmensamente dichoso que es este momento para él, conformándose por el momento con las migajas que Dante le deja, si solo ella supiera que el deseo más profundo de su hermano del alma es hacerla su mujer... ¿podrían arrebatarle la dicha de este momento?, no, pero pueden acabarlo de repente:

- Sandy, Mario, ¿por qué no están trabajando? - Herr Linda como siempre, dañando lo bueno.

- Herlinda, nuestros computadores están dañados - responde Mario - estamos esperando al técnico.

- ¿Y por qué no lo puede esperar en su puesto?.

- Porque estoy con Sandy revisando lo que ya se ha hecho para que cuando hayan arreglado los computadores podamos corregir los errores que hayamos encontrado aquí - responde Mario mientras que Sandy no quita la mirada de encima de ella, Herr Linda siente la intensidad de su mirada, por no decir que le molesta.

- Sandy - le dice la nazi - necesito hablar con usted.

Ambas se dirigen con paso firme a la “sala de juntas”, hoy las nubes de polvo vician el aire del lugar a tal grado que se pueden ver las partículas suspendidas en él y Herr Linda no oculta la incomodidad de estar allí. Hay un reguero de cajas que antes estuvieron apiladas y hacían un gran cerro y son las responsables de la polvareda.

- Espero que le haya quedado de escarmiento lo que pasó allá en la reunión - asevera Herr Linda.

- Sólo dije lo que pensaba y es cierto - afirma Sandy - tuve que hacer lo que usted no fue capaz de hacer, “jefe” - en su falsa tranquilidad oculta las ganas de levantarla a golpes por atreverse a poner los ojos en Dante.

- ¡No crea que tiene al director técnico de su lado por mucho tiempo!, ¡en cuanto pueda la saco de aquí como se saca a los perros callejeros de la iglesia! - amenaza la señora tenebrosa - ¡ni siquiera el coqueteo que tiene con el señor De Laurentiis le va a servir de algo niña!, ¡ni aunque se acueste con él!

- ¿Por qué lo dice? - Pregunta Sandy con falso asombro en su voz, ocultando alegría porque su jefa tocó ese tema tan sensible para ella.

- ¡Ese… señor!... - su furia se escapaba con cada palabra - ¡la defendíó!, ¡defendió su punto!, ¡abogó por usted con su jefe directo!, ¿dime qué le hiciste?, ¿qué agua le diste? - estalla al fin.

Sandy disfruta del enojo que le produce a su jefa de solo pensar que ella tiene algo con Dante, tiene que haberse enamorado a primera vista de su novio como para tener ese enojo, a menos que…

Porque cuando ella lo miraba a él, ¡tu novio se veía más espantado aún!

“¿Será posible que ella sea..?, ¿cómo se atreve a reclamarme esta hijueputa zorra?, si es ella, ¡la mato si se atreve a acercarse a él!”.

- Oiga, ¡usted sí que tiene una mente cochina!, ¿eh? - falsamente indignada, aguantando las ganas de estrellarla a las otras pilas de cajas que todavía se mantienen en pie - o sea, que si alguien como el señor De Laurentiis se da cuenta de que yo, una empleada rasa, tengo razón y me defiende, eso solo significa que yo le estoy dando el cu..!.

-¡Yo no he dicho eso Sandra! - le interrumpe Herr Linda, gritándole en esta ocasión - ¡pero si le digo que se prepare porque en cuanto pueda la boto!, ¿me oyó?

Herr Linda sale de la “sala de juntas” con propulsión a chorro, una estela de polvo suspendido en el aire revuelto es lo que queda de la presencia del mal de área de documentación técnica. Sandy se queda inmóvil, abrumada por aquella extraña reunión, aún no da por cierta su sospecha acerca de Herr Linda y Dante:

- ¡No puede ser ella!, ¡mierda!

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