domingo, 22 de junio de 2014

Capítulo 8: ¿Expecto patronum?



Otro día de ocho horas laborales avanza a paso de tortuga para Sandy, quien se sumerge en toneladas de papeles para alejarse del amargo predicamento en el que está: la que fue la amante de su novio la tiene en sus manos y luchará para recuperarlo. Es seguro que Herr Linda usará cualquier arma para destruirla, eso sin contar que tiene vara alta con los accionistas mayoritarios de TestPharma.



- Sandy - se acerca Mildred, una de sus compañeras - ¿podrías ayudarme?, me gustaría que revisaras esta gráfica que emula la prueba de pureza para tretinoína.

- Me encantaría Mildred pero... - Sandy quita la vista del monitor de su computador de dotación para mirar a su compañera, a quien la angustia ha invadido cada músculo de su rostro deformandolo en una mueca aterradoramente desagradable que evita que la pelirroja de ojos esmeralda termine su frase.

- ¡Si no termino esto hoy, Herr Linda me va a matar! - le responde Mildred a la interrogante que brota en el rostro de Sandy - ¡por favor!, ahora que vino con semejante resaca seguramente no tolerará que entregue después de la hora que me dijo ¡y sólo me quedan veinte minutos!

Sandy no sólo accede a revisar lo hecho por Mildred, sino que le explica cómo corregirlo en la gráfica de la plantilla de excel para emular corridas de los cromatógrafos del Laboratorio de Control de Calidad de TestPharma S.A. Sandy sabía muy bien las consecuencias de no entregarle a Herr Linda los trabajos en los plazos establecidos por ella, ¿cómo sería la humillación sufrida por parte de una Herr Linda con resaca? Así que decide meterle mano al archivo en el computador donde se armó la corrida, en el puesto de Mildred.

- ¡Esta curva no la puedo corregir! - lamenta Sandy y la respuesta a ese predicamento a cinco minutos del temible plazo aparece en su mente y sale de inmediato de su boca - ¡Mario!

La solución aparece a los pocos nanosegundos después de haber sido invocada. Ya Mario estaba al lado de su amor imposible como caballero rampante en aras de rescatar a su damisela en apuros.

- ¡Estos es fácil! - exclama Mario, quien se regodea en su habilidad en los gráficos, pero mucho más en la necesidad que súbitamente emergió de su amada por él - Déjame hacerlo por ti Sandy.

- Te voy a dejar esta vez que lo hagas porque estamos de prisa - Sandy establece las condiciones para recibir la ayuda de Mario - ¡pero para la próxima vas a enseñarme ese truquito!, esta es la enésima vez que me pasas por manteca, ¿entendido? - Sandy le cede la silla plástica del puesto de Mildred.

- Si te enseño no me vas a necesitar jamás - se queja el muchacho y le dedica a su amada una mirada melancólica antes de sentarse y rápidamente clava sus ojos en la pantalla del monitor que tiene enfrente.

- ¡Como sea Mario! - se harta Mildred de sobrar en la conversación, a dos minutos del tiempo límite - ¡termina…!

La muchacha enmudece al ver la facilidad con la que Mario arregla la gráfica y manda el archivo a imprimir, Mildred sale como disparada por un cañón hacia las impresoras del área, empujando sin intención con su costado izquierdo a una compañera que estaba frente a la impresora, esperando una impresión.

- ¡Perdóname Claudita!

- ¿Así de mala es Herlinda Garay que tienes que atropellar a tus compañeros para entregar tu trabajo a tiempo? - espeta la compañera agredida - pobre de ti, ¡menos mal que no me tocó esa maldita bruja de jefa!, por eso te la dejo pasar esta vez Mildred.

Mildred arrebata el documento que arregló Mario de la bandeja de salida de la impresora y con la misma velocidad con la que salió de su puesto regresa para estamparle en el papel la firma correspondiente al “analista” que llevó a cabo el cromatograma. La sombra de la desolación de “Auschwitz" cubre el área de repente, Sandy y Mario vuelven a sus respectivos puestos disimuladamente, dejando a Mildred sola terminando de reportar los resultados de la “prueba”. La sombra obstruye la luz que hacía nada estaba sobre la compañera de Sandy que hacía poco se había calmado pero su angustia regresa y es mayor que la que tenía cuando pidió ayuda al escuchar la voz de la sombra.

- Señorita Pulido, ¿tiene listo lo que le encargué?

- Si jefa - le responde Mildred, manteniendo a fuerza la firmeza en su voz.

- Pero usted no me llevó a mi puesto el trabajo que le encargué - le reclama Herr Linda suavemente pero igual causa los mismos efectos que como si hubiese comenzado a vociferar.

- Estaba escribiendo los cálculos - se excusa Mildred, esta vez le dedica una mirada a los enormes lentes de sol que luce la señora tenebrosa que le cubre parte del rostro, sin levantarse, mirando su reflejo deforme en ellos - antes de las correcciones que me mandaron los coordinadores de laboratorio las corridas que monté no tenían los cálculos, por eso me demoré un poco - inclina la cabeza para ver su reloj e inmediatamente dirige su vista hacia los lentes enormes de Herr Linda - han pasado tres minutos después de la hora límite que me puso y le agregué los cálculos que le hacían falta. ¡Aquí tiene!.

Mildred extendió sus brazos hacia Herr Linda para entregarle los documentos en cuestión, la señora tenebrosa no se molesta en dejar a su subalterna con los brazos suspendidos en el aire sin recibirle los papeles, solo sus labios echándose hacia un lado es el aviso de lo que le correrá a Mildred pierna arriba.

- Pero no cumplió con los tiempos señorita Pulido - le refuta la señora tenebrosa con alevosía - habíamos quedado en la última reunión donde planeamos los trabajos en la semana que todos cumplirían con los plazos acordados, no me queda de otra que ponerle un memo…

- Pero Herlinda…

-¡Pero nada Mildred! - la señora tenebrosa se había demorado, vocifera con todas sus fuerzas, le duele hasta hablar debido a su resaca - ¡Me vale tres tiras si usted le pone algo que no tenía antes! ¡Usted no cumplió con el plazo y por eso le voy a colocar su memo! ¡Antes agradezca que no la boto por incompetente y reclamo a la Universidad por haberle dado el título sin haber terminado de cursar todos los semestres, porque se nota que la Universidad pasó por usted y no usted por la Universidad!

- ¡Herlinda, no es justo! - asevera Mildred, levantándose de golpe de su silla plástica, poniéndose frente a la señora tenebrosa instintivamente, sin medir las consecuencias por semejante afrenta. Sandy y Mario, al igual que los demás compañeros del equipo de esclavos, dejaron repentinamente sus labores en alerta a cualquier ataque que de la señora tenebrosa. Mildred le da a Herr Linda un motivo para hacer lo que tanto ha querido hacer para demostrar su poder en “Auschwitz”. La vieja sata no oculta su felicidad y se da el gusto de reírse en su cara.

- Hasta hoy trabajas aquí Mildred Pulido, ¡estás despedida!

El asombro se asoma en el rostro de Mildred, reparando en su mente lo que acaba de hacer para provocar que la vieja sata tomara semejante decisión. Sandy se levanta inmediatamente de su silla, su sangre ebulle y sus vasos sanguíneos no resisten la presión del vapor y están a reventar. Su ira toma posesión de ella, ¿quién se cree esa que es?, ¿cómo se atreve a despedir a Mildred por semejante pequeñez?, se ha tomado en serio la misión de detener tamaña injusticia así sea reduciendo a Herr Linda a polvo a punta de puño limpio. Sus pies se mueven por voluntad propia, sus puños están listos para empaparse en la sangre de la maldita de su jefe. Se le cruza un obstáculo de más de un metro con ochenta centímetros que no puede esquivar.

- ¡No le des el gusto Sandy! - Mario susurra a su oído las palabras que la hacen volver en sí.

La vieja sata no se da cuenta de la actitud de Sandy porque está ocupada deleitándose en el asombro de Mildred y en sus lágrimas que corren como ríos en su cara y caen a borbotones, aterrizando en los papeles que debía entregar en el plazo acordado. La recién despedida parece estar en el más horrible de los trances, como si Herr Linda estuviera succionando la alegría de su cuerpo, esa que tenía por haber terminado el dichoso trabajo y que esta vez lo entregaría completo. El rojo que inunda la piel de Sandy hace juego con su cabello que ahora parece antorcha encendida, ¡no puede permitir que esto pase! Los demás compañeros permanecían sentados en sus respectivos puestos, pero con sus ojos clavados en Sandy y Mario, quienes parecen entrar en su riña propia a bajos decibeles.

- ¡Si no me dejas pasar!...

- ¡Te lo ruego Sandy! ¡No hagas una estupidez! ¡No quiero que te vayas! ¡Quédate conmigo!

- ¡No puedo permitir que esto pase Mario! ¡DÉJAME PASAR!

Los enormes lentes de la señora tenebrosa dejan de posarse en Mildred para hacerlo en los amigos que están a la víspera de una trifulca ultrasónica, ella sonríe deleitándose en lo que está viendo, tanto sufrimiento ajeno le alivia su resaca.

- ¿Qué hacen ustedes ahí parados chismoseando? - les dedica su más reciente insulto con suavidad. Sandy encuentra algo de serenidad en los ojos vidriosos de su amigo que le ruegan que no haga algo estúpido que le prive del placer de verla todos los días. Sandy se asegura de que su némesis la contemple por completo.

- Nada “jefa” - responde con suavidad la pelirroja sin disimular la acidez de su comentario - solo quería despedirme de Mildred y darle el número de un buen abogado que conozco y la dirección de la Oficina del Trabajo para que denuncie a TestPharma por violación a los derechos del trabajador, de paso a usted por acoso laboral para que tenga una buena tajada de la empresa y la deje a usted sin nada y a su descendencia porque ni la vida de ellos alcanzaría para indemnizar a Mildred por los daños y los perjuicios que está provocándole ahora, ¿estás segura de botarla a la calle?, porque eso es lo que yo haría si fuera ella.

La mueca socarrona desaparece del rostro de Herr Linda. Nuevamente está al frente de la única subalterna que le ha hecho frente y que le ha sido inútil poner en su sitio, ante la única esclava que le revuelve las entrañas de rabia al no poderle causar ni el más mínimo daño, incluso el ponerse en evidencia ante ella como la mujer que fue la amante del que es ahora su novio no le causó heridas visibles pero lo que Herr Linda no sabe es que Sandy lleva la procesión por dentro.

- La causal de despido es perfectamente legal: está incumpliendo las labores descritas en sus contrato laboral - responde Herr Linda - así que no se meta si no quiere correr con la misma suerte que la señorita Pulido.

- ¿Por entregar su trabajo minutos después del plazo? no creo que clasifique como tal incumplimiento y lo que yo le estoy diciendo lo van a decir también en la Oficina del Trabajo cuando le pregunten a usted por las razones para haberla despedido - Sandy busca conciliar con la señora tenebrosa en contra de su voluntad por insistencia de los ojos de Mario - ¡Hágame caso!, a usted no le conviene despedirla, ¡evítese problemas serios! ¿Vale la pena el riesgo?

- Ahora me cuida ¿eh? - dice Herr Linda con sarcasmo - primero le dice a ella qué hacer para hundirme y ahora me previene, ¿qué pretende usted Sandra? ¿A qué juega?

- Siempre la estuve previniendo “jefa” - miente descaradamente la pelirroja - si yo no le hubiera dicho lo que le dije primero no sabría lo que pasaría después de que despida a Mildred, ¿acaso la cree tan tonta como para no denunciarla?, si yo no le respondo así cuando nos preguntó que qué hacíamos de pie Mario y yo, estaría lamentándose de su decisión como a la semana, ¡se lo aseguro!

Sandy observa su reflejo deforme en las enormes gafas que tiene puesta la vieja sata. Observa cómo el reflejo de su cabeza se hace cada vez más grande a medida que el mal se acerca a ella. Mario se encuentra en medio de esas dos fieras que solo quieren matarse entre sí, ahora el muchacho puede sentir esa tensión al echarse a un lado del pasillo.

- Veremos si me arrepiento en una semana, señorita Borrero - Herr Linda no cede ni un centímetro - ¡Venga conmigo!

La señora tenebrosa toma a Sandy del brazo con brusquedad y se la lleva de prisa a la “Sala de juntas”. Mildred no sale de su espantoso trance pero su dolor e indignación se hacen evidentes por medio de los ríos que corren por sus mejillas, sus compañeros llegan a ella para consolarla incluido Mario. Todos están a la expectativa de lo que puede pasar con la valiente, o mejor dicho, la tonta de Sandy pues ha cedido ante su ira y se sirvió a sí misma a su enemiga en bandeja de plata.



**********



Sandy y Herr Linda están en un ambiente más agreste en la víspera de la batalla . El polvo se arremolina en la “Sala de juntas” cuando Herr Linda prácticamente forcejea con Sandy para llevarla al medio de la suciedad de aquel lugar. Sandy finalmente se zafa de su jefa y ya no hay nada que les impida a ambas que se maten entre sí.

- ¿Qué pretende Sandra? - reclama Herr Linda - ¿Acaso cree que me voy a tragar ese embuste suyo? ¿Quiere que la despida?

- ¡Eso es lo que usted se muere por hacer Herlinda! ¡Hágale! - Sandy la reta - ¡Atrévase si es tan cobarde!, tomar la salida fácil para deshacerse de mí es típico de usted, ¿no? ¡Así no lo va a recuperar nunca, perra!

Las máscaras están en el suelo, cada una ya sabe la identidad de la otra y no tiene caso ocultarlo más. Herlinda se siente más cómoda con esa situación al igual que Sandy.

- Yo soy la mujer que Dante siempre ha amado - afirma Herlinda - tú eres solo un juguete que él botará a la basura después de seis meses de usarte…

- Si con seis meses se refiere a tres años...

- ¿Tres años? - Herlinda se sorprende de cuánta cancha ha perdido con Dante.

- ¡Y vamos a casarnos! - Sandy propina la primera puñalada.

Herlinda se quita sus lentes, la hinchazón de los párpados es tal que sólo puede ver por un par de hendiduras. No puede creer lo que está escuchando, el amor de su vida, a quien tarde conoció, se va a casar con alguien diferente a ella ¿Por qué?, si hubo tanto amor contenido, ¿qué pasó con el amor que Dante le profesaba a pesar de las circunstancias de aquel entonces?

- Tú no tienes ni idea del amor que nos teníamos - Herlinda comienza a tutear a Sandy - Aunque nuestra relación se veía mal delante de cualquiera, ¡yo lo amaba y él a mí! ¡Fue lo más hermoso que hayamos vivido!

- ¿Cual amor? - Sandy dice con amargura - ¡No seas ridícula! ¡Yo lo conocí cuando lo dejaste hecho trizas maldita! ¿Vas a negar que tu ambición fue más fuerte que tu amor por él?

- ¿De qué carajo me hablas? - Herlinda le baja el tono a la hostilidad para darle lugar a la intriga ante esa pregunta que le hace Sandy. La morena, piel de leche, de cabello rizado, siente la necesidad de explicarle a su adversaria, aunque no tiene por qué hacerlo - Aunque no lo creas, yo no soy tan mala, ¡yo lo amo! Lo que sucedió fue que mi esposo se enteró de lo que teníamos, cuando supe que él lo sabía todo, ya se estaba llevando a mis hijos al aeropuerto, ¡lograron despegar e irse a Miami!

Sandy la mira fijamente, está pendiente de las gesticulaciones de su adversaria, no cree que el dolor que está trayendo a flote sea genuino. Las lágrimas salen de esas dos ranuras que tiene Herlinda ahora por ojos y forman dos finos hilos de agua salada sobre sus mejillas.

- ¡Me quitó lo que más amo en la vida! ¡Mis hijos! - prosigue Herlinda - ¡Le prometí a Dante dejar a mi esposo y vivir con él! Estaba a punto de tramitar la demanda de divorcio cuando mi esposo se llevó a mis hijos, ¡me amenazó con quitarme la custodia si me divorciaba de él!, no tuve de otra Sandra, ¿qué hubieras hecho tú en mi lugar?

- Si yo hubiera sido tu, me habría divorciado a los tres segundos de conocer al verdadero amor de mi vida - le responde Sandy con firmeza en su voz - ¡Ese fue tu error Herlinda! Es mejor que te resignes a vivir las consecuencias y reconocer que perdiste a Dante, ¡no hay nada que puedas hacer ya!

- ¿Después de lo que ví en sus ojos cuando nos vimos en esa reunión? ¿Después de lo que hablamos ayer? ¡No lo creo! - replica Herlinda, volviendo a ser hostil - En cuanto se entere del por qué de nuestra separación Dante regresará a mi lado. Ahora haré las cosas bien, como debí haberlas hecho en ese entonces.

Sandy enmudece ante tal afirmación hecha por su rival. Sabe que existe una alta probabilidad de que Dante la deje para volver con Herlinda si ella hace las cosas como se debe. Herlinda se da cuenta del daño provocado en la pelirroja.

- No soy tan rastrera, no te voy a despedir, ¡te vencí antes empezar la guerra! ¿Para qué me molestaría si tu no eres nada de que me deba preocupar? - declara Herlinda, saboreando el triunfo en este round, que cree que es el definitivo - no voy a tomar represalia contigo por lo de ahorita pero no voy a cambiar de opinión con respecto a Mildred, ella puede hacer lo que quiera, ¡que me demande! ¡No me importa!

- Yo que tu lo pensaría mejor Herlinda - comienza el contraataque de Sandy - puedo hacer que tu felicidad sea incompleta - sus labios se deforman en una mueca maquiavélica - ¡Puedo volver a ponerte a elegir si despides a Mildred y te atreves a molestar a Dante!

- ¡No serías capaz de!...

- ¡Oh si! - recalca Sandy - si crees que eres lo suficientemente mala, ¡no me conoces! Te repito, ¡puedo ponerte a elegir de nuevo y jamás volverías con Dante! Así que ya sabes lo que tienes que hacer.

Esta vez es Sandy quien deja tirada a Herlinda en ese sucio lugar, Esta vez quien deja revuelto el mugre suspendido en el aire es la pelirroja, quien al final logró empatar en el primer round contrario a todo pronóstico. Sin embargo sabe que Herlinda puede seguir en su firme intención de recuperar a Dante y a estas alturas no le importe si su esposo la amenace con quitarle a sus hijos de nuevo.

**********



Una ofuscada Sandy regresa a su puesto. La ansiedad por las acciones inmediatas de Herlinda frente a la amenaza que le hizo la tienen más iracunda que el momento cuando la señora tenebrosa despidió a Mildred. Se sienta en su puesto cada vez más pequeño y no evita golpear la mesa con los nudillos de su mano izquierda.

- Debo esperar qué va a hacer la maldita esa - se susurra a sí misma - ¡Mientras vuelve trabajar tonta! ¿En qué me quedé antes de lo de Mildred?

Sandy echa un vistazo entre los papeles que reposan en la mesa de su puesto y da un breve vistazo a su monitor. Hay algo que no pertenece a la vista habitual de su puesto de trabajo: una tira gruesa de papel pegada en la parte superior del monitor de lado a lado que reza Expecto patronum con letras adoquinadas.

- ¿Expecto patronum? ¿Qué carajo…?

- ¿Te gusta?

Eliana, otra de las compañeras de Sandy, se acerca a ella, ansiosa por saber qué piensa la pelirroja del reciente adorno del monitor, además de la curiosidad por saber qué pasó en la “Sala de juntas” con la señora tenebrosa.

- Todos los computadores del área lo tiene en solidaridad por lo que pasó con Mildred - responde Eliana a la interrogante que se asoma en el rostro de Sandy - Oficialmente tenemos un nuevo apodo para Herr Linda y con esto lo hacemos rodar por todo “Auschwitz”. ¡Tú no eres la única valiente! ¡Estamos contigo!

- ¿Cómo se le dirá ahora?

- El Herrmentor - responde Eliana entre risitas - ¿Acaso no viste cómo Herr Linda se gozaba en el sufrimiento de Mildred?, hizo como si fuera un de..

- ¡Ya sé por qué le pusieron ese sobrenombre y colocaron esos papelitos! - interrumpe Sandy - ¿Dónde está Mildred?

- En su puesto, recogiendo sus cosas - responde Eliana - ¿El Herrmentor te despidió también? ¡No puede ser!

- No Eliana - responde Sandy de forma mecánica.


**********



A media mañana citan a toda la Gestapo para reunirse en pleno en la oficina del Director para rendir cuentas una vez más, al parecer “Auschwitz” está en la mira de los altos mandos ejecutivos de TestPharma y todo por cuenta de la jugarreta que Herr Linda le hizo a Sandy y que le salió el tiro por la culata. Los coordinadores de los otros grupos le muestran su descontento a la señora tenebrosa, ninguno quiere acercarse a ella ni para asuntos del área, el Herrmentor queda resagado y marcha detrás de sus compañeros para dirigirse a la oficina del alto mando del área de Control de Calidad, afortunadamente no se da cuenta del atrevimiento al cual ella misma hizo que sus subalternos llegaran. Nuevamente es momento de balonear para los empleados rasos y están obligados a hacerlo, ¿cuándo han baloneado dos veces en una misma mañana?

Sandy y sus compañeros aprovechan la ausencia de los jefes inmediatos para rodear a Mildred y brindarle su apoyo total como cuasi-colegas y amigos.

- ¡No me he graduado aún! - exclama Mildred, hipando - ¡No me van a contratar en ningún lado sin título! ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo hago para terminar mi proyecto de grado si no tengo plata?

Mildred llora a moco tendido como reacción tardía a la decisión repentina e injusta que tomó el Herrmentor. Eduardo, quien ha sido un amigo para ella, está haciendo lo propio en estos casos, está sentado a su lado, prestando su hombro luego de haberla ayudado a recoger algunas cosas que son de su pertenencia. Sandy yace al lado de su compañera abatida, la pelirroja arde discretamente en la intriga sobre el proceder inmediato de Herr Linda. Cuando los compañeros le preguntan sobre lo que sucedió con su jefa en la “sala de juntas” ella simplemente les dice que no la han despedido y que en este momento no es relevante saber el resto, que lo importante ahora es Mildred y las maneras de cómo ayudarla. Sus ojos parecen esmeraldas perfectamente pulidas por el efecto de las lágrimas contenidas sobre la faz de cada globo ocular, traga saliva para regresar su ansiedad a los lugares remotos de su interior. A pesar de la amenaza que le hizo a la señora tenebrosa, aquella que logró hacerla tambalear, Sandy tiene serias dudas sobre si su rival la ve como igual, capaz de usar armas poderosas en su contra con tal de conseguir lo que quiere, una vez más Sandy está en manos de su jefa. El sudor que pasaría desapercibido como evidencia cuando se está dentro de “Auschwitz” por la ausencia de aire acondicionado la delata ante Mario, su amigo, quien quiere que ella sea suya y de nadie más. El moreno aprovecha que Mildred se ausenta por un momento para ir al baño que se encuentra lejos de allí, acompañada de su séquito de compañeras al baño y se lleva a su sexy amiga hacia cierto lugar prohibido para los maquilladores de TestPharma a esa hora, no sin antes permitir que Sandy agarrara su celular para llevarlo consigo.

Mientras subían las escaleras que los llevaban al tercer piso donde está la cafeteria, Mario no puede evitar soñar despierto ante la panorámica que está teniendo de Sandy, quien va delante de él, evidencia de su voluptuosa figura. El sofoco que trae consigo la imagen que tiene en frente lo mantiene más callado que de costumbre y con pañuelo en mano procede a secarse el sudor de su frente, no vaya ser que la pelirroja pregunte por la razón de tan extraña transpiración en un lugar tan fresco como ese, por no decir frío.

Los dos amigos llegan a la impecable cafetería del tercer piso y las miradas de rechazo por parte del personal administrativo son las que les dan la bienvenida. Ambos se acercan al mostrador del autoservicio y ordenan con rapidez su merienda, Mario no permite que Sandy saque su carné de la empresa para pagar lo que ordenó para ella asumiendo los gastos de toda la orden. Mario lleva la merienda de ambos en una bandeja, siguiendo a su amiga hasta el sitio donde ella cree más cómodo para evitar la mirada de aquellos que van a merendar con frecuencia aquel lugar.

- Esta vez no te me escapas - es lo primero que le dice Mario a Sandy cuando se sientan.

- ¡Por lo menos, déjame abrir mi jugo que tengo sed! - reclama la pelirroja.

Mario se enfoca en la vista del gran río que ofrece la ventana cerca de la mesa donde se sentaron. Después de lo ocurrido subiendo las escaleras, no cree resistir el ver a Sandy tomar su jugo de cajita con un pitillo.

- Debo darte el punto - Sandy retoma la conversación - tenías razón.

Mario vuelve su vista hacia su sexy amiga y no puede creer lo que escucha. Él sólo tenía una intuición acerca de lo que pudo haber pasado entre Herr Linda y Dante por lo que se vio en la reunión con el Director en la que Sandy luchó por su pellejo, a pesar de la seguridad que le mostró a Sandy ayer. Su rostro no refleja asombro alguno.

- Te lo dije - le dice fríamente, no puede alegrarse de eso aunque quisiera, su amada amiga está sufriendo mucho en este instante.

- Cuando Dante y yo comenzamos a salir -  Sandy comienza a contarle cómo ocurrieron las cosas en verdad - Él estaba muy herido por causa de una mujer, a quién amaba mucho cuando lo conocí.

- Esa mujer es Herlinda - se adelanta el melenudo.

- Si - se lleva la mano al pecho de repente. Esa verdad es un arpón incrustado en el corazón de Sandy. Ella traga saliva para mitigar un poco el dolor - Dante aceptó tener algo con Herlinda estando casada, solo por el hecho de amarla tanto.

- Típico de ella, ¿por qué no me sorprende escuchar eso? - Mario comparte sus pensamientos con Sandy sin percatarse de ello.

- ¿Sabes algo más que yo no? - pregunta ella, con desespero que amenaza con hacer daño a Mario si le da una respuesta indeseable.  Cualquier información que tenga sobre su rival será un arma para herirla de muerte - ¡Dímelo!

El muchacho traga saliva copiosamente, su boca se ha secado y siente la imperiosa necesidad de destapar su gaseosa y tragarse la mitad de su contenido en cuestión de segundos. Lo hace y aún la pelirroja lo mira con esa desesperación ardiente por tener algo de información que le dé una posibilidad, así sea matemática, de ganarle a la señora tenebrosa.

- Nada - le responde él tranquilamente - sólo que es típico, si nos damos cuenta de cómo es ella, que cree que puede usarnos a todos como peones, no me sorprende que haya llegado a esos extremos, a veces el engañar a su pareja es más símbolo de mostrar su poder que cualquier otra cosa.

Sandy se desinfla ante la respuesta que le da su amigo. Vuelve al punto de partida. Mario respira aliviado, no quería entrar en detalles de psicología barata, eso cree Sandy al menos.

- En la reunión de ayer se encontraron - prosigue la pelirroja, ácidamente - ayer hablaron, ¡seguro que esa fue la razón por la cual esa maldita llegó hoy con semejante resaca a la oficina!, yo me fuí temprano del apartamento de Dante, él vino a buscarme ayer y las cosas no salieron como esperábamos, tú sabes a lo que me refiero…

Mario le pone los ojos en blanco a su amiga una vez más, prefiere que lo aplaste una aplanadora allí mismo antes que escuchar información sobre la intimidad de su amada con otro hombre, así sea escasa. La muchacha se enfrasca en sus pensamientos audibles, haciendo caso omiso de la reacción provocada en Mario.

- Seguramente la fue a buscar y hablaron largo y tendido - ella sigue con su paranoia - seguramente él también tiene resaca y no me dí cuenta de ello esta mañana, ¡debo llamarlo!

- ¡Lo llamarás después de que termines de contarme todo! - él le hace un reclamo con suavidad pero explosivo - ¡Tienes que explicarme por que te arriesgastes tanto hoy!

- Desde ayer en la noche ambas sabemos quién es la otra - Sandy le da el gusto a su amigo - solo que hasta ahora nos quitamos las máscaras, allá en la “sala de juntas” ¡Tengo ganas de caerle a golpes a esa perra desgraciada Mario! ¡Ella cree que puede recuperarlo! ¡Yo lo encontré vuelto una mierda! ¡Yo tuve que ayudarlo a curar sus heridas, carajo! - las lágrimas suspendidas en la faz de sus ojos caen al fin, aterrizando en la mesa - Ella me dijo que todo fue una confusión, que cuando Dante se entere de lo que verdaderamente pasó, él volverá con ella y harán las cosas como se debe…

- Todo dependerá de él, ¿no crees? - le interrumpe Mario, tratando de brindar consuelo a Sandy y ofreciéndole su pañuelo para que seque sus mejillas - ¿O acaso crees que Dante no te quiere?

Sandy enmudece ante la pregunta. Toda la desesperación y el dolor que está sintiendo es por causa de Dante y no tanto por el descubrimiento del papel que Herr Linda ejerció en su pasado. La pelirroja da por sentado que su pareja la dejará en cuestión de días o semanas por su jefa y esa es la principal razón de su dolor.

- El me ama, de eso estoy segura - lo dice con una seguridad inexistente.

Mario se da cuenta de lo que realmente pasa, esos ojos esmeralda son un atajo seguro al corazón de su amada amiga, por esta razón no puede hacer una fiesta en sus adentros ante las probabilidades sobre el fin de la relación que él tanto desaprueba, sea lo que sea que Sandy sienta por Dante, el hecho de no estar segura de lo que sienta su novio le está provocando el dolor más intenso, superado con creces por aquel que sintió al perder a su difunto esposo de una forma casi ridícula.

- Ella cree que ganó - prosigue Sandy, resoplando su nariz con el pañuelo que le brindó su amigo - yo la amenacé con ponerla en la misma situación en la que estuvo cuando su marido se llevó a sus hijos en secreto cuando se enteró que ella lo engañaba con Dante si se atreve a tramitar el despido de Mildred y meterse en mi relación con él

- ¡Ya veo! - concluye el sagaz Mario, a quien no se le escapa una - No conoces al esposo de Herr, ¿o si?

- Así es, no lo conozco - nuevamente Sandy le da el punto a Mario.

Y para qué llorar, pa' qué si duele una pena, se olvida.. y para qué sufrir, pa' qué si así es la vida, hay que vivirla Lalalé.

- ¡Tengo que cambiar ese ringtone de mi celular! - susurra Sandy.

Sandy contesta su celular sin ver en la pantalla quién la está llamando, Alguien del otro lado de la línea está expresando su enojo a escala ultrasónica.

- ¡Te peleas conmigo y lo primero que haces es buscar al mal nacido ese de Mario! ¡Dile que te suelte la mano o no respondo!

Sandy se zafó de la mano de Mario, no se había dado cuenta siquiera de que él la tenía agarrada para darle consuelo. La pelirroja busca a Dante con la mirada y no tarda ni dos nanosegundos en encontrarlo diagonal a donde está ubicada con su amigo, justo a la derecha. Una de las ventajas de la norma que impone TestPharma sobre las relaciones sentimentales entre compañeros de trabajo se hace evidente en ese momento. Mario le dirige a Dante una mirada con todo su odio contenido en ella, el novio de su amiga le devuelve el gesto y sigue hablando por su celular.

- ¿Es que acaso no te das cuenta de que ese tipo quiere contigo? - prosigue Dante con la discusión a bajos decibeles - ¿cuántas veces te lo tengo que decir? ¡Seguramente se sintió feliz cuando murió tu esposo porque tendría chance contigo al fin!, pero se jodió cuando llegué yo a tu vida, ¡deja que me lo encuentre en la calle, allí va a saber lo que es bueno ese hijo de la puta madre que lo parió!

- ¡Dejate de vainas Dante! - el turno de Sandy - como dirían en tu tierra, ¡Dejá de decir boludeces! ¡Yo puedo hablar con quien quiera!, pero ¡claro! ¡Si el ladrón juzga por su condición! ¿No?

- Si te refieres a aquella mujer, ¡te lo dije esta mañana! ¡No te he ocultado nada!

- Claro que sí - sigue ella sosteniendo su acusación - pero no me dijiste cuándo hablaste con ella, si antes o después de recogerme a mi ayer...

- ¿Pero qué carajo…? ¿Eso importa acaso?

- ¡Vete pa’l carajo Dante!

Sandy corta la comunicación y decide irse, por eso se levanta de repente de su puesto, dejando la ensalada de fruta que había pedido sobre la mesa sin haberla siquiera meneado con el tenedor de plástico y no alcanza a dar el primer paso hacia afuera de la cafetería cuando Dante estaba frente a frente con la pelirroja, sus ojos aceituna muestran el deleite que siente al verla tan hermosa a pesar de la ira que se derrama por encontrarla a solas con Mario.

- Mi amor - Dante aminora su enojo por un momento - perdóname pero, ¡es que no me gusta verte con ese! Perdóname por lo que está pasando pero como te lo había dicho en el carro, ¡quiero protegerte! ¡Por Dios entiendeme Sandy!

- Si quieres que te entienda ya sabes lo que tienes que hacer - Sandy se mantiene firme con su novio respecto a que desea escuchar de sus labios el nombre de “aquella mujer” aunque ya lo sepa, incluso de la boca de la susodicha - ¡Vamonos Mario!, antes que… HERLINDA nos ponga un memo por demorarnos.

Sandy se le escapa por un costado. Mario, quien había terminado su merienda, toma la ensalada de frutas que le brindó a Sandy para dirigirse al mostrador y se la empaquen para llevar. Dante lo detiene agarrándolo del brazo disimuladamente, aunque a esas alturas los pocos que están en la cafetería están viendo el show en primera fila.

- ¡Aléjate de mi novia! ¿Cuando entenderás que Sandy jamás te hará caso? Para ella no eres más que una de sus amiguitas.

Mario alista sus puños pero no para mostrarle un mundo de dolor, sino para contener su ira. Hoy no será el día que Sandy se entere de sus verdaderos sentimientos hacia ella y mucho menos de esa manera, Mario no renunciará a Sandy solo porque un hombre casi de la misma contextura de él, cabello negro, melenudo como él, de ojos verdes algo apagados, con un rostro algo cuadrado, lo que es algo intimidante para otras personas, menos para él, junto con su corpulencia, se lo exija, ¡que equivocado está Dante!

- Mi hermanito - le dice Mario, aparentando la calma y mirándolo fijamente - ¡Tú estás como loco mi llave! ¡Solo a ti se te ocurre esa cochinada! voy a hacer de cuenta que no me has dicho nada cuadro, por el bien de Sandy.



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La mañana no dura mucho a pesar de los eventos recientes, Mildred, algo calmada ya, y sus compañeros se disponen a salir a almorzar a un lugar diferente a los que acostumbran frecuentar para compartir con ella las últimas horas que le quedan en TestPharma S.A. Por petición de todos sus compañeros, Mildred lanzará un patronus más fuerte que el que se lanzó en la mañana con los papelitos que rezan Expecto Patronum en cada monitor en todo “Auschwitz”, Mildred denunciará al Herrmentor por acoso laboral y despido injustificado, al igual que a la compañía. Su proceder futuro y el haberse convertido en la novia de Eduardo apaciguan su rabia. Sandy no sale con ellos desde las bodegas, sino que estaba en el laboratorio y sale en compañía de Emma, quien también va con ellos, para encontrarse con los demás en la portería y ponerse de acuerdo allí.

- ¡No me pidas que Mario vaya con nosotras en el carro! - le advierte a Sandy.

En la portería también está Dante, quien coordina unos envíos con la empresa de mensajería. Interrumpe lo que está haciendo para acercarse a las dos chicas.

- ¿Cómo estás Dante? - Le saluda Emma, no tan efusiva como en otras ocasiones. Emma está al tanto de lo ocurrido esta mañana en el parqueadero y en la cafetería.

- Muy bien Emma, ¿me permites hablar con Sandy?

- ¡No tengo nada que hablar contigo! - dispara Sandy a quemarropa.

-Pero…

- ¡No es el momento ni el lugar! - insiste la pelirroja en mantener el más mínimo contacto debido al tumulto que se forma en la portería al medio día - hablamos después.

Dante se aleja de las dos amigas con el rabo entre las piernas y vuelve a lo suyo con la empresa de mensajería y con los muchachos de correspondencia de la empresa, quienes en ese momento estaban atendiendo a un señor de más de cuarenta años, que ha sufrido los mismos cambios que el vino con el añejamiento, muy bien vestido pero relajado en su atuendo, las canas le adornan y no desfavorece su rostro marmolado. Tenía un paquete dirigido a una persona que trabaja para la empresa y por eso se está retrasando la tarea de Dante, lo que le da chance de regresar al lado de Sandy y Emma.

- ¡Ya te dije que me dejes en paz! - recalca la pelirroja a su novio - ¡Sigue con lo que estás haciendo!

Dante no responde a la exigencia hecha por su amada novia pero tampoco se retira de su lado, enmudece de repente, la insistencia a Sandy se evapora de su boca. El señor que está con el paquete, el que le está retrasando su salida a almorzar los está mirando fijamente, una sonrisa se pinta en el rostro de Sandy, esta persona representa alegría para ella, no todos los días se encuentra con uno de los muy buenos amigos que tuvo Omar en vida y que han sido solidarios con ella después de su muerte.

-¿Compadre Elder?

- ¡Hola Comadre Sandy! - le responde el señor a gritos por el tumulto de gente que está saliendo a almorzar.

El señor, llamado Elder, les dice a los muchachos que le están ayudando con el paquete que ha encontrado a la persona que va dirigido. Se acerca con dificultad a Sandy y al hacerlo, una efusiva pelirroja lo recibe con un efusivo y cálido abrazo. Dante se veía espantado, tanto o más que cuando se reencontró con Herr Linda en la oficina del Director Técnico de la compañía, agacha la cabeza en reacción a su presencia.

- ¡Tanto tiempo Elder!, ¿cómo va todo?

- ¡Bien! - Elder le responde - todos los días acordándome de mi compadre Omar- ¿Y mi ahijado?

- ¡Hace rato que no vas a visitar a Sebas! - le reclama la pelirroja - ¿cuándo vas?

- He estado saliendo de viaje y no he podido en los últimos meses - responde Elder, sacando un pañuelo para secarse el sudor del rostro - pero estoy aquí es por tí, ¡traigo lo último de la indemnización en éste sobre! - le estira la mano que tiene el paquete.

- ¡Pero compadre...! - Sandy le recibe el sobre, algo inquieta por el contenido.

- Es solo rutina, ya sabes que está consignado en tu cuenta - la tranquiliza el señor - sé lo que has pasado con todo esto pero ese hombre está pagando más tiempo de cárcel, ésto es la indemnización por parte del Estado por falta de señalización, recuerda que demostramos que también contribuyó a…

- ¡No lo digas compadre! - Sandy lo interrumpe. Una corriente recorre todo su cuerpo amenazando con sobrecargarlo y terminar desmayándose.

Dante acude en auxilio de su novia poniéndose en evidencia delante de Elder, el padrino de Sebastián, de lo que fuere que se estuviera ocultando de él. Elder lo mira fijamente, como si lo hubiese visto alguna vez.

- ¿Estas bien comadre? - pregunta Elder a la pelirroja sin quitarle la mirada de encima a Dante.

- Si, tú sabes que no me gusta recordar eso compadre - responde Sandy.

- Se me había olvidado - se disculpa el señor - ¿este señor es tu novio? Doña Mara me dijo que tenías novio.

- Si compadre - responde la pelirroja, algo repuesta de su mareo - le presento a mi novio, Dante de Laurentiis.

Los dos hombres estrechan sus manos, Dante evita mirar a el señor Elder fijamente a los ojos, el compadre de Sandy aprieta la mano de Dante con fuerza y sin esfuerzo alguno, evidencia de que edad y debilidad no son buenas compañeras.

- Un placer - le dice Elder con tono cortante en su voz - pero yo lo he visto en alguna parte…

- ¡Ay compadre! - esa escena hace reir a la pelirroja - ¡Tú y tu memoria! ¿cómo haces para ganar los casos compadre?

- ¡La providencia comadre! - responde el señor - esa también hace que me acuerde que además de entregarte estos papeles, vengo a buscar a mi señora.

- ¡Jamás presentaste a tu esposa compadre! - se queja Sandy - ¡Ni la llevaste el día del bautizo de Sebastián ni nada!

- Lamento eso comadre, es que ella no se da para esas cosas, pero el compadre la conoció y hasta la ayudó con una que otra tarea, ella también es Química Farmacéutica como el compadre y usted… ¡Herlinda!

El compadre de Sandy reconoció a su esposa dentro de la multitud que ya es poca en comparación con el medio día. Una mujer con piel de leche, rizos de muñeca y unas enormes lentes que cubren parte de su rostro, busca quien la está llamando entre la gente que, aunque poca, sigue haciendo tumulto. No tarda mucho en encontrar a su esposo pero ¿que hace acompañado de su enemiga mortal y el amor de su vida? ¿Es esto una broma acaso?

- ¡Hola Herli mi amor! - el hombre saluda con sorna a su esposa mientras la abraza. Herlinda se queda inmóvil, ha perdido el poco color que tiene normalmente en su piel de leche. Dante está al borde de un infarto al miocardio, sus ojos se mueven en todas las direcciones. Emma trata de disimular su asombro, no vaya a ser que por ella, el padrino del hijo de Sandy se pille toda la vuelta.

- ¿Esta es tu esposa compadre? ¡Pero si es mi jefa! - expresa Sandy, asombrada por semejante sorpresa ante el papayazo que la vida le está dando.

- ¡Vaya! - se sorprende Elder - ¡Cómo son las vainas! ¿no? Herli, te presento a mi comadre Sandy Borrero, la viuda de mi compadre Omar.

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